Un «pellizco» en la lotería: ¿reformar o mejorar la eficiencia de la vivienda?

Si eres uno de los afortunados a los que le ha tocado la suerte en los últimos sorteos navideños, ¡enhorabuena! Ese pellizco de unos miles de euros serán de gran ayuda para «tapar agujeros» o para vivir un poco mejor. Hacer arreglos en la vivienda puede ser una apuesta interesante, y que además de mejorar el confort de la misma pueden incrementar su valor. En estos casos, dos son la opciones en la balanza: darle un lavado de cara a la vivienda, por ejemplo, renovando el baño o la cocina, o bien aprovechar la reforma para mejorar el nivel de eficiencia energética del hogar.

¿Cuál de las dos alternativas sería más rentable? La primera de ellas aumentaría la satisfacción a corto plazo y generaría un discreto incremento inmediato en el valor de la vivienda. Esa revalorarización se irá reduciendo anualmente a medida que las instalaciones se vayan deteriorando. La segunda opción (mejorar la eficiencia energética) supondría, igual que en el caso anterior un discreto incremento en el valor del inmueble y, además, reduciría el gasto en la factura energética durante los próximos años. La minoración de los recibos de gas, electricidad, etc. supondría un ahorro que, en ciertos casos, por ejemplo en la sustitución de la caldera por una de alta eficiencia, permitiría amortizar la inversión en plazos incluso inferiores a tres años.

Esta acelerada amortización supone que en ese breve periodo el propietario podría volver a disponer, por vía del ahorro, de una cantidad económica similar a la invertida inicialmente. Un dinero que podría ser invertido, ahora sí, en la reforma del baño o de la cocina, pero con la ventaja de que el ahorro ya conseguido con la mejora de la eficiencia energética del inmueble sigue produciéndose hasta el final de la vida útil de las instalaciones renovadas.

Además, el reflejo que este ahorro tendrá en el valor de la vivienda se incrementará sensiblemente en cuanto empiece a calar en el mercado la relación entre eficiencia energética y reducción de gastos fijos. O, lo que es lo mismo, la generación de una mayor capacidad de pago. Esta vinculación entre eficiencia y valor del inmueble podría consolidarse en no más de dos o tres años.

Si ya tiene claro invertir ese «pellizco» en mejorar la eficiencia, la pregunta es: ¿cuáles son las mejores que producen la máxima rentabilidad tanto energética como económica? El alcance de las  reformas a cometer en cada vivienda depende de cuáles sean las condiciones de partida.

A título de ejemplo, en un piso de 100 metros cuadrados en la Comunidad de Madrid el ahorro anual puede acercarse a los 2.000 euros, mientras que en una vivienda unifamiliar, de mayor superficie este ahorro se puede duplicar. La inversión es muy pequeña comparada con el ahorro que se puede conseguir.Si queremos cambiar la caldera pur una de mejor rendimiento, como son las de condensación o baja temperatura, nos supondrá un desembolso desde los 2.500 euros. El cambio de las carpinterías por unas ventas estancas con vidrios dobles con cámara de aire, serían unos 600 euros por ventana de tamaño medio. Otra inversión reducida que puede conseguir ahorros sustanciales es la instalación de toldos en orientaciones sur de toda vivienda situada en zonas con climatología severa en verano.

En general, la estrategia más acertada es evaluar las condiciones de la vivienda y las recomendaciones de mejora de la eficiencia energética que se incluyen en lso certificados energéticos elaborados por profesionales competentes y eexpertos en la materia.

 

Fuente: El País.

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