Los pueblos más bonitos de Andalucía Occidental

La parte oeste de Andalucía (Cádiz, Sevilla, Córdoba y Huelva) tiene la estupenda manía de publicitar los pueblos blancos. No le falra razón, ya que en estas cuatro provincias no saben pintar las casas de otro color, logrando un contraste tan radical como efectivo.  No solo sirve para ahuyentar el calor, sino que encima le da una identidad muy reconocible así como un encanto indiscutible.

Desde CasaToc viajamos a los pueblos más bonitos de Andalucía occidental.

 

1. Zahara de la Sierra

Los fundadores de este pueblo de la Sierra de Grazalema miraron al frente y se dijeron: ahí arriba hay que poner un castillo y debajo un pueblo. Dicho y hecho. Pocas veces la orografía pone tan fácil la decisión. Alrededor del verdor serrano y de los campos adyacentes una serie de casas se asientan en la ladera, impidiendo que la cal se adueñe de cualquier terreno fértil. En su parte alta solo quedan las ruinas imponentes de lo que un día fue un poblado nazarí de clara importancia geostratégica. Debajo, un pueblo con tanto patrimonio medieval que necesita un centro de interpretación para explicarlo y de infinitas rutas por las que perderse en este conjunto histórico artístico.

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Zahara de la Sierra

 

 

2. Arcos de la Frontera

¿Hay algo más espectacular que un cortado vertical sobre un río? Sí, un cortado vertical sobre un río coronado por un pueblo. Eso es lo que es Arcos de la Frontera, el más conocido de los pueblos blancos y todo un prodigio de urbanismo anti-vértigo. La vista desde fuera es tan espectacular que muchos se podrían llegar a plantear sacar la foto y marcharse. Error. El corazón de Arcos de la Frontera es más blanco que el Real Madrid, con calles estrechas como una culebra donde las puertas y las ventanas indican que no es todo un laberinto. Las subidas y bajadas inmaculadas llevan hasta monumentos de piedra como el Palacio de los Condes de Águila, el castillo de Arcos o la Iglesia de Santa María de la Asunción.

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Arcos de la Frontera

 

 

3. Iznájar

Esta localidad cordobesa tiene el honor de estar rodeada por agua… dulce. No es un puerto ni mucho menos, pero el embalse homónimo regado con las aguas del río Genil abraza este peñón y le aporta un punto épico. Y el remate de todo es ese castillo árabe cuto origen está en el siglo VIII auqneu ha sufrido las posteriores intervenciones nazaríes y cristianas. Descendiendo desde ese punto estratégico se abren callejones con grandes puertas por las que se deja ver algún que otro patio típico cordobés, con sus fuentes y sus macetas de color añil. ¡Ah! Y no dejen de visitar sus monumentos como la iglesia de Santiago apóstol o la biblioteca municipal donde no les costará encontrar guiños y reminsicencias de las antiguas culturas pobladoras del lugar.

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Iznájar

 

 

4. Montoro

Probablemente pocos ríos tengan unas orillas tan bien engalanadas como el Guadalquivir. Parece una obligación para muchos pueblos de sus riberas el estar un perfecto estado de guapura y señorío. Montoro mira al río, se crece con su puente de piedra mientras las ventanas de sus casas parecen saludar al visitante. Luego es todo subida, callejoneo, sorpresita y salmorejo. A un patrimonio propio de cualquier núcleo de población mlón (iglesias, palacios y torres) le suma los diferentes baños que se aprovechaban de su privilegiada posición geográfica.

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Montoro

 

 

5. Zuheros

El casitllo de Zuheros pone orden en los límites de la sierra y la campiña, como si fuera un capitán que hiciera desfilar a los olivos que se alinean a sus pies. Desde ahí arriba todo es controlable, todo está tranquilo, todo es Andalucía. Tras bajar de su torre del homenaje, Zuheros cumple con las expectativas y ofrece bares con buena conversación, callejuelas donde huir de la solanera o monumentos humildes como la Iglesia de los Remedios. Ya en las afueras está la cueva de los murciélagos, famosa por la presencia de estos bichejos y por las diferentes salas que la naturaleza ha esculpido a su antojo.

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Zuheros

 

 

6. Olvera

Últimamente se abusa mucho del término «casco urbano árabe». Bueno, vale, sí, es una esencia de España, pero en pocos lugares se puede ver tan evidente como en el Barrio de la Villa de Overa, con su maravillosos caos de esquinas, rincones y ventanas con rejas en fachadas desnudas. Para salir de este entramado solo hay una solución, mirar más allá de los tejados hasta cruzar los restos de sus murallas andalusíes. Ahí rompe el skyline su iglesia neoclásica de la Encarnación, sorprende por sus dimensiones y su aspecto neoclásico. Su compañero de vista es ese castillo árabe tan bien puesto para la foto, tan modesto como semitierno, tan irregular como mágico.

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Olvera

 

 

7. Osuna

Descurbir Osuna es ir desde su Colegiata a su Universidad. La primera reina como la que más sobre los tejados naranjas de Osuna, marcando el paso (con sus campanas) del día a día de la ciudad. Sorprende por ser algo tosca y muy, muy gigantesca, como si cumpliera en lo alto del cerro la función de baluarte ahuyentador. Sin embargo, por dentro guarda alguna joyita de Zurbarán y de su escuela, así que no dejen de curiosear en su interior. La Universidad es, directamente, una sorpresa renacentista que contrapone sus fachadas sobrias con los cerámicos capiteles de cuatro torres. No se parece a nada. Y por el camino, pues un pueblo de geranios y balcones, de baldosas y faroles que se adueñan de cada rincón.

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Osuna

 

 

8. Castellar de la Frontera

Es goloso subir hasta lo alto del pueblo para mirar hacia fuera y vislumbrar que Castellar de la Frontera es también digno de mirar y de descubrir por sí mismo. Sobre todo su parte vieja, situada alrededor del cerro y coronada, cómo no, por un castillo de origen árabe. Pura piedra y medievalismo es un lugar que se supone encalado y que choca con las grandes casas que tiene a sus pies como el Palacio del Marqués de Moscoso. En este contraste radica su monumentalidad, al margen de que tiene una visita muy completa y muy curiosa.

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Castellar de la Frontera

 

 

9. Carmona

Estamos ante una mini ciudad andaluza por antonomasia, una especie de preludio de la vencina Sevilla, aunque Carmona no se merece ser comparada con otra, ni para bien ni para mal. Y lo hace a base de más y más monumentos, de esencia árabe, de pasado romano y de futuro retrospectivo. Porque en el haber de Carmona hay dos Alcázares de puertas prominentes: el de puerta de Sevilla, que impone con su presencia y ahuyenta todo lo malo y el del Rey Don Pedro, actual enclave de comodidad en forma de parador. Luego está su puerta de Córdoba, su Iglesia de San Pedro, su convento de la Trinidad o su variopinta Plaza de arriba, que destacan como puntas de un iceberg plagado de arte y arquitectura. Y para los más Indiana Jones están los restos de su pasado romano, con su puente a la cabeza y sus yacimientos como plato fuerte.

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Carmona

 

 

10. Niebla

Estamos ante uno de los pueblos más y mejor defendidos de toda la región. A orillas del río Tinto, Niebla se levanta cobijada por las murallas rojizas (el tono clasico de esta cuenca) y almohades lo que le convierte en el recinto amurallado de origen árabe más importante de Europa. Pero que tanto muro y tanta piedra no asuste. Desde su puente romano se traza una ruta por la que burlar las defensas, colarse directamente en la vida moderna en escenario histórico y llegar a la iglesia de Nuestra Señora de Granada, uno de esos templos católicos que parecen de todo menos cristianos. Si se obvian los símbolos de esta religión, se distinguiría perfectamente el pasado musulmán con su correspondiente minarete y su bellísimo mihrab.

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Niebla

 

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