Dos investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) indagan en los efectos de la crisis económica en el modelo residencial. Sus resultados constatan que el impacto del declive económico y el paralelo cambio de la pirámide poblacional- provocado por el envejecimiento de la población y la escasa inmigración- han inducido un descenso radical de demanda y un cambio drástico en el sistema residencial español.
«Mientras que entre 2004 y 2007 nuestras estimaciones dicen que de cada 10 nuevos hogares que se añadían sólo uno era en alquiler, en la actualidad no se crea ningún hogar neto en propiedad. Es decir, se crean tantos como se disuelven, por lo que la creación neta de hogares es de alquiler», explica Juan A. Módenes, investigador de la UAB y coautor del estudio.
Los científicos utilizan datos del Instituto Nacional de Estadística, la organizacion para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Eurostat y la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España. En total, han contabilizado que la demanda residencial de base demográfica – el incremento anual del número de hogares- ha disminuido por debajo del 20% de la cifra máxima alcanzada en los años 2005 y 2006.
» Han estallado a la vez la burbuja inmobiliaria y la burbuja demográfica. Estos cambios están afectando a las bases más fundamentales del sistema, como es el dominio de la propiedad. Sobre el alquiler, no se trata tanto de lo que ha aumentado o no, sino del cambio de su proporción relativa, en un contexto de baja formación familiar y de disminución de la demanda», indica Módenes.
Existe un importante repunde del alquiler debido, en gran medida, a la globalización y la movilidad exterior. «El cambio de tendencia hacie el alquiler e debe a la falta de solvencia de los jóvenes en la situación actual. Si la inclinación por el alquiler se hace estable seremos testigos de una sucesión de generaciones más antiguas, con más propietarios, por generaciones más recientes, con más presencia del alquiler», destaca el investigador.
Durante los años del boom inmobiliario se incrementó de forma exponencial la vivienda de nueva construcción, así como las obras de mejora de los hogares ya consolidados. Asimismo, la inmigración y los jóvenes eran lso que accedían a viviendas de segunda mano, tanto por compra como por alquiler. «Esa mayor disponibilidad de viviendas en alquiler se hace notar en el período actual de crisis y bajo demanda relativa», añade Módenes.
Ventajas del nuevo sistema
Para los investigadores, un cambio a un modelo residencial basado en el alquiler podría tener muchas ventajas, como el crecimiento de la construcción independiente y la generación de ganancias a corto plazo en el circuito de promoción, construcción, venta e hipotecas.
«Dejar que los jóvenes se emancipen, incluso que lo hagan antes, sólo se puede hacer con una presencia amplia del alquiler. Además de hacer más fácil el desarrollo vital de los españoles, fomentaría el crecimiento económico a través del sostenimiento de la demanda interna», ha subrayado el invesitgador. – Pensamos que el potencial social y demográfico está ahí, solo hay que aprovecarlo».
Políticas a aplicar
Los investigadores diseñan dos tipos de escenarios en los que se desarrollará la sociedad española según las tendencias residenciales actuales, que dependerán de las políticas.
Por un lado, puede darse una evolución negativa. «Si el crecimiento económico es bajo, la creación de empleo es débil y las condiciones laborales precarias durante la juventud, el acceso a la vivienda continuará siendo principalmente en propiedad, pero con un crédito restringido y dificultades para movilizar las redes familiares de apoyo», aseguran.
Otro escenario, el de situación del sistema residencial, es más positivo. «Se consolidaría el alquiler como previo al acceso a la propiedad, algo muy común en otros países». Este escenario se vería reforzado además si se practicara una política activa de vivienda que aumentara los incentivos al alquiler y el sector de la construcción estaría centrado en la rehabilitación de las viviendas antiguas, que serían el principal acceso a vivienda para los jóvenes.
«Estamos en una situación que se parece al primer escenario. Para llegar a este último, es necesario incentivar más la formación de hogares de los jóvenes, uno de lso principales motores económicos», argumenta Módenes. Los investigadores insisten en que los cambios señalados se producirán a medio y largo plazo: «Se trata de procesos que implican cambios generacionales», concluyen.
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Fuente: el mundo