Haberlas, hailas, pero claro, también hay que encontrarlas (o conocer a quien te lleve hasta esa pequeña playita donde a ratos ni las olas se atreven a hacer ruido). Afortunadamente en España aún quedan muchas playas paradisíacas y salvajes donde desconectar es una bendita obligación. No encontrarás chiringuito ni paseo marítimo. No te crujirán los pies intentando plantar una sombrilla en tu espacio vital, ni tendrás nada mejor que hacer que fundirte con el oleaje e imaginar vuelos rasantes sobre un azul infinito. Te quedarás a solas con tus pensamientos y, créenos, todos serán positivos. Aquí tienes doce playas imprescindibles para que, si quieres, tu verano sea un canto a la calma.
Playa del Silencio, Castañeras: Asturias
Protegida por un soberbio acantilado en forma de medialuna y tremendamente mimada por el oleaje del Cantábrico, la Playa del Silencio es una de las más bellas del Norte. Para acceder tendrás que hacer piernas bajando unos largos escalones arrancados a la roca, momento que aprovecharás para ir atisbando el espectáculo que te espera allá abajo. No pienses en arena blanca pero sí en pequeños bolos plateados sobre los que dejar volar tu imaginación a gusto del momento. La naturaleza está de tu parte.
Cala Futadera , Tossa de Mar: Girona
Escondida en la siempre adictiva Costa Brava y con todos los ingredientes necesarios para hacerte olvidar del mundo y sus quehaceres, Cala Futadera, protegida por un potente acantilado, es un lugar verdaderamente encantador. Tendrás que bajar unas empinadas escaleras para dar con sus 100 metros de arena, pero cada escalón merecerá la pena. Deléitate con las mil tonalidades de verde que tiñen el agua mientras el sol juega a capricho con las olas.
Playa de los Muertos, Almería
A salvo de masificaciones y canciones del verano, protegida por un caprichoso collar de rocas y tremendamente limpia, la Playa de los Muertos es el secreto mejor guardado del Parque Natural de Cabo de Gata y sin duda una de las playas más bonitas de España. Agua cristalina, arena blanca, y un kilómetro entero para recomponer las zonas más doloridas de tu alma cansada de madrugar.
Playa de Rodas, Islas Cíes: Pontevedra
Las Islas Cíes son ese tesoro Atlántico en el que todos se han bañado y cuando hablan de ello ponen cara de frío, pero observarás que el susto se les pasa rápido y en seguida su cara queda marcada por una sonrisita soñadora que parece no querer irse nunca. Razón no les falta. La combinación de arena blanca, olas movedizas y salvaje belleza es tan mágica como irrepetible. La Playa de Rodas, en medio de este tesoro natural, ya fue calificada por el diario británico The Guardian como la mejor playa del mundo de modo que bien merece un chapuzón. O dos.
Macarella y Macarelleta, Menorca
Si te gusta el turquesa y entiendes que su mejor combinación es el blanco en su punto de sal, no lo dudes. Estás a punto de conocer dos de las más espectaculares calas de Menorca, y ¡ojo! que esto es decir mucho. La recóndita Macarella, a 14 kilómetros de Ciutadella y a veinte minutos de paseo entre pinos del aparcamiento más cercano, es un verdadero paraíso mediterráneo. Muy cerca te encontrarás con la todavía menos frecuentada Macarelleta, una pequeña cala de agua cristalina a la que podrás acceder nadando desde Macarella o trepando por las rocas que las separan. El premio es indiscutible. Habrás llegado a tu cocoon particular.
Playa de Charco Azul, El Hierro
Te costará veinte minutos llegar caminando a uno de los escenarios naturales más insólitos e impactantes de España: dos piscinas naturales en un conglomerado de cuevas que apuntan directamente a lo más salvaje del Atlántico. Busca tu lugar en la negra piedra volcánica y antes de lanzarte al primer chapuzón entiende porqué se llama Charco Azul. El contraste te dejará sin palabras.
Playa de Cofete, Fuerteventura
Deja que el viento del océano te guíe por la pedregosa pista de tierra que desde Morro Jable te conducirá hasta una de las playas más salvajes y aisladas de la geografía española. Permite que la sensación de estar en el fin del mundo se apodere de tus neuronas y relájate. Nada ni nadie podrá perturbarte.
Playa de El Palmar, Cádiz
No hablamos de una cala recóndita, no: hablamos de un larguísimo arenal de impresionante belleza donde por arte de magia no existen ni las aglomeraciones ni los ruidos. Tan solo un buen puñado de surferos dispuestos a medir su talento con el mar. Un espacio perfecto para desconectar y reconectar con lo mejor de ti mismo, a salvo del bullicio y el alegre ajetreo de la costa gaditana.
Playa Das Raias, Muxia: A Coruña
Un pequeño paraíso de arena blanca y suave oleaje, una playa bombonera rodeada de exuberante verde y protegida por el viento, en definitiva, un lujo si buscas escaparte del ruido y disfrutar del mar sin aditivos.
Playa de Barrika, Vizcaya
Adéntrate en el acantilado y disfruta del camino hasta la playa porque te vas a encontrar inmerso en un verdadero espectáculo natural. Entre rocas y olas el mar descubre toda su potencia y los surferos hacen su agosto particular dejando que la fuerza del Cantábrico les guíe en el laberinto. Cierra los ojos y respira hondo, todo lo que necesitas, lo tienes tu.
Cala Gracioneta, Ibiza
En la muy solicitada Ibiza, la Cala Gracioneta destaca por su particular invisibilidad para las visitas de grupo y la música a muchos decibelios. Ubicada en una cueva cerca de la localidad de Cala Gració, aquí encontrarás suave arena y aguas cálidas y azules, perfectas para desconectar muy cerca de las principales conexiones de la isla.
Playa del Pebret, Peñiscola: Castellón
Sumérgete en un laberinto de senderos y dunas, deja que el aire del Mediterráneo llene tus pulmones de olor a pino y buganvilla y aléjate de cualquier idea preconcebida de las playas de Levante. Dentro del Parque Natural de la Sierra de Irta, en El Pebret podrás disfrutar del silencio, de la calma y de un montón de arena fina para darle forma a tus sueños más queridos.